Niños soldados. Artículo 29-2 de la Declaración de los Derechos Humanos.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.
Alabastro e hierro,cm 30*41*47h,
2018.
En Yambio, Sudán del Sur, el 60% de los niños han sido reclutados por grupos armados en medio de la guerra civil que afecta al país desde 2013. En una ceremonia simbólica de desmovilización, una docena de ex niños soldados, como Matthew, un niño de no más de 10 años, dejan sus armas y reciben cuadernos y lápices. Durante su tiempo en la milicia, Matthew fue encargado de tareas como vigilar el campamento y realizar trabajos domésticos, hasta que, en un incidente, disparó a un hombre, quien luego fue torturado por el comandante.
La reintegración de estos niños a la sociedad enfrenta grandes desafíos. Además del estigma social, muchos siguen dependiendo de sus antiguos comandantes, ahora integrados en el Ejército. El reverendo Elinama Jacob Bisi señala la dificultad emocional que enfrentan, mientras que Rayan Fattouch, de Médicos Sin Fronteras, menciona que los ex niños soldados sufren secuelas psicológicas graves como el estrés postraumático. Según Unicef, el 85% de estos niños tiene secuelas, con un 15% enfrentando problemas patológicos y un 5% trastornos psiquiátricos.
Actualmente, se estima que hay 19.000 niños soldados en Sudán del Sur. Este año, en Yambio, se han liberado 600 menores, y se esperan 400 más. Aunque la mayoría tiene entre 14 y 17 años, algunos tienen solo 10 u 11 años. Matthew, después de dejar su arma, se muestra esperanzado por poder asistir a la escuela y mejorar sus estudios, algo que no pudo hacer mientras estaba en el campamento. La guerra civil, que ha dejado 300.000 muertos y millones de desplazados, sigue sin resolverse, aunque recientemente se firmó un acuerdo de paz frágil entre el Gobierno y los rebeldes.
Proyecto: No es raro es in-humano.
Child soldiers. Article 29-2 of the Declaration of Human Rights.
2. In the exercise of his rights and freedoms, everyone shall be subject only to such limitations as are determined by law solely for the purpose of securing due recognition and respect for the rights and freedoms of others and of meeting the just requirements of morality, public order and the general welfare in a democratic society.
Alabaster and iron, cm 30*41*47h,
2018.
In Yambio, South Sudan, 60% of the children have been recruited by armed groups amid the civil war that has plagued the country since 2013. In a symbolic demobilization ceremony, a dozen former child soldiers, like Matthew, a child no older than 10, lay down their weapons and receive notebooks and pencils. During his time in the militia, Matthew was assigned tasks such as guarding the camp and doing household chores until, in one incident, he shot a man who was later tortured by the commander.
The reintegration of these children into society faces major challenges. In addition to the social stigma, many still depend on their former commanders, now integrated into the army. Reverend Elinama Jacob Bisi points out the emotional difficulties they face, while Rayan Fattouch of Doctors Without Borders mentions that former child soldiers suffer from severe psychological consequences such as post-traumatic stress. According to UNICEF, 85% of these children have lasting effects, with 15% facing pathological issues and 5% suffering from psychiatric disorders.
Currently, there are an estimated 19,000 child soldiers in South Sudan. This year, 600 minors have been freed in Yambio, and 400 more are expected. While most are between 14 and 17 years old, some are as young as 10 or 11. After laying down his weapon, Matthew is hopeful that he will be able to attend school and improve his studies, something he couldn’t do while in the camp. The civil war, which has left 300,000 dead and millions displaced, remains unresolved, although a fragile peace agreement was recently signed between the government and the rebels.