Artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Madera e hierro.
cm 17*14*26h.
2017.
No nadaba por recreación sino por supervivencia. Se encontraba en alta mar, a mitad de camino entre la península de Paraguaná, Venezuela, y la isla de Curazao, en medio de una mancha de gasolina derramada que hacía más brillante el reflejo del sol. Flotaban a su alrededor pipas de gasolina, chalecos salvavidas y algunas otras cosas que no se hunden. Junto a ella, aferrados a las pipas flotantes quedaba la mitad de sus compañeros que sabían nadar. Todos, temblando de frío y del miedo de convertirse en desayuno de tiburones.
Formaba parte de un grupo de ciudadanos colombianos que en busca de un futuro mejor, decidieron entrar ilegalmente a la isla caribeña para trabajar y regresarse tiempo después con ahorros suficientes para vivir mejor en Colombia. Con el mejor pasaporte de todos, el dinero, pudieron atravesar la frontera y llegar a La Vela de Coro, poblado costero en la Península de Paraguaná. Allí hicieron el contacto con una red de traficantes de personas que por mil dólares cada uno los llevaría en lancha a Curazao. Como era una operación ilegal había que zarpar de noche para llegar en la madrugada y no ser detectados por los guardacostas.
Aproximadamente a las tres de la tarde del día siguiente a la partida una pequeña lancha de pescadores se acercó a cierta distancia pero éstos no recogieron a nadie por temor a que todos los náufragos, por el pánico de morir ahogados, quisieran abordar la lancha y el sobrepeso la hundiera. Prometieron avisarle a la guardia nacional.
A las cinco de la tarde, el temor de una muerte segura en el mar caribe se disipó cuando el grupo vio aproximarse un helicóptero de rescate de la guardia nacional. Todos fueron rescatados y llevados a un hospital en tierra. Al día siguiente fueron trasladados a una cárcel y, después de días humillaciones por ser indocumentados, fueron deportados a Colombia por el puesto fronterizo de Paraguachón, en La Guajira.
Fue en busca de un futuro mejor y regresó al punto de partida con las huellas de la tragedia en su cuerpo. El agua salada, la gasolina derramada y el impacto del sol le provocaron grandes manchas en brazos y caderas.
Es muy incierto, inseguro y hasta trágico el destino de las personas se que se aventuran a viajar indocumentadas a otros países a buscar un futuro mejor. Generalmente son víctimas de redes de traficantes, funcionarios corruptos y en el viaje sufren todo tipo de penurias y humillaciones. Lo que en un momento es el sueño de un futuro mejor termina convirtiéndose en la certeza de una realidad peor que la que vivían en Colombia.
Article 1of the Universal Declaration of Human Rights: All human beings are born free and equal in dignity and rights. They are endowed with reason and conscience and should act towards one another in a spirit of brotherhood.
Wood an iron.
cm 17*14*26h.
2017.
He swam for recreation but for survival. It was on the high seas, halfway between the Paraguaná peninsula, Venezuela, and the island of Curacao, in the middle of a spill of spilled gasoline that made the sun’s reflection brighter. Petrol pipes, life jackets and some other things that don’t sink floated around him. Next to her, clinging to the floating pipes was half of her companions who knew how to swim. Everyone, shivering with cold and fear of becoming a shark breakfast.
He was part of a group of Colombian citizens who, in search of a better future, decided to enter the Caribbean island illegally to work and return time later with sufficient savings to live better in Colombia. With the best passport of all, the money, they were able to cross the border and reach La Vela de Coro, a coastal town on the Paraguaná Peninsula. There they made contact with a network of traffickers of people who for one thousand dollars each would take them by boat to Curacao. As it was an illegal operation, you had to sail at night to arrive at dawn and not be detected by the Coast Guard.
At approximately three o’clock in the afternoon of the day after the departure a small fishing boat approached a certain distance but they did not pick up anyone for fear that all shipwrecked people, due to the panic of drowning, would like to board the boat and Overweight would sink it. They promised to notify the national guard.
At five in the afternoon, the fear of a certain death in the Caribbean Sea dissipated when the group saw a national guard rescue helicopter approaching. All were rescued and taken to a hospital on land. The next day they were transferred to a prison and, after humiliation for being undocumented, were deported to Colombia by the Paraguachón border post in La Guajira.
He went in search of a better future and returned to the starting point with traces of the tragedy on his body. Salt water, spilled gasoline and the impact of the sun caused great spots on arms and hips.
It is very uncertain, insecure and even tragic the fate of people who are venturing to travel undocumented to other countries to seek a better future. They are generally victims of networks of traffickers, corrupt officials and on the trip they suffer all kinds of hardships and humiliations. What at one time is the dream of a better future ends up becoming the certainty of a reality worse than the one they lived in Colombia.